ÁNGELES.
Me sorprende tu ternura, tu sabes que yo te quiero, pero no un “te quiero” de “te amo” sino uno de esos te quiero de poder sentir por ti lo que ni tu quieres sentir. Mirar tus ojos en silencio es una forma de vivir, sentir esa fuerza tuya de poder llenar todos los espacios dentro de mí y aun así te he visto ser modesta, aunque se haga inevitable siempre el notar que tú estas allí. Nunca he podido olvidar aquel día que nos vimos por primera vez, en aquel lugar el silencio era total, cuando entraste todos sintieron tu presencia y todos sintieron la misma sensación de fortaleza que yo sentí en ti, dos o tres personas se quedaron junto a mi, el resto fueron a saludarte y mientras mas lo hacían mas pensaba y sentía yo en lo que no tenia que sentir, en lo mal que estaba saliendo todo y en el porque de mis acciones totalmente antónimas a mis pensamientos; las horas pasaron enteras pensando en tu causa, pensando en nuestras vidas, pensando en lo importante que te convertiste para toda esta gente porque sabias que al venir a nosotros en busca de ayuda, solo yo terminaría ayudándote a ti. Así que ahora que te has convertido en mi ángel de la guarda, quiero que sepas que si al morir he de llevarme algo, solo quiero llevarme los pecados que por mi cometiste y que mi alma rinda tus cuentas; quiero ver si entre el cielo y el infierno se medirán en fuerzas para saber cual de los dos bandos tiene la razón. Si yo debo ir al infierno por ser un mortal pecador o si debo ir al cielo por dar mi alma a cambio de la tuya.
Me sorprende tu ternura, tu sabes que yo te quiero, pero no un “te quiero” de “te amo” sino uno de esos te quiero de poder sentir por ti lo que ni tu quieres sentir. Mirar tus ojos en silencio es una forma de vivir, sentir esa fuerza tuya de poder llenar todos los espacios dentro de mí y aun así te he visto ser modesta, aunque se haga inevitable siempre el notar que tú estas allí. Nunca he podido olvidar aquel día que nos vimos por primera vez, en aquel lugar el silencio era total, cuando entraste todos sintieron tu presencia y todos sintieron la misma sensación de fortaleza que yo sentí en ti, dos o tres personas se quedaron junto a mi, el resto fueron a saludarte y mientras mas lo hacían mas pensaba y sentía yo en lo que no tenia que sentir, en lo mal que estaba saliendo todo y en el porque de mis acciones totalmente antónimas a mis pensamientos; las horas pasaron enteras pensando en tu causa, pensando en nuestras vidas, pensando en lo importante que te convertiste para toda esta gente porque sabias que al venir a nosotros en busca de ayuda, solo yo terminaría ayudándote a ti. Así que ahora que te has convertido en mi ángel de la guarda, quiero que sepas que si al morir he de llevarme algo, solo quiero llevarme los pecados que por mi cometiste y que mi alma rinda tus cuentas; quiero ver si entre el cielo y el infierno se medirán en fuerzas para saber cual de los dos bandos tiene la razón. Si yo debo ir al infierno por ser un mortal pecador o si debo ir al cielo por dar mi alma a cambio de la tuya.
José Antonio Omaña Lezama.
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