MEMORIAS
Un soleado día caminando en la eternidad,
sin tener siquiera agua para beber,
teniendo el espíritu dispuesto y llegar a mi destino,
con la humildad corta, con la altivez alta,
con la vida rodada entre café y chocolate.
Enterrando un hierro en la tierra para sembrar un árbol,
derritiendo el hielo para sembrar un arco iris,
enterrándome desnudo para sembrar gusano de seda
matando el mundo para pintarlo bonito.
Caminando y buscando un rostro resucitado,
buscando un ángel, buscando un beso.
Siento en las muelas la amalgama de la última pasión
y la satisfacción del exceso en tu boca.
Una señal de “pare” en el fragmento de una noche,
el ultimo color del arco iris en su sepultura,
yo chupándome la vida con tus anfetaminas,
me acelero para dejar la amargura en la sangre.
Te avisto a ti mujer con tantos años como los míos,
discutes con el tiempo para que se te detenga en las piernas,
pero con tu egoísmo de dejarlas siempre abiertas
se te va en la historia de este poema.
Molestas a Dios para comerte un alita de pollo,
moléstalo para comer carnes en plato de marfil,
hundes el diente en tu vida,
alzas tus manos y me anuncias mis dudas.
Sensaciones rotas de seres con impía causa,
bajas mis manos a tu pecho,
buscas la herida en mis ojos
y el cártamo regurgitado en el cuerno.
Vírgenes de dolor por vivir envueltas en mi agonía
has vuelto a vivir con los segundos de tu tiempo,
ahora eres simple, sencilla, bella y pura.
Invades mi memoria, invades mi memoria,
vives en mí, vives en mí,
abre tus piernas abre tus piernas.
Ahora yo te invado y vivo en ti.
José Antonio Omaña Lezama
Un soleado día caminando en la eternidad,
sin tener siquiera agua para beber,
teniendo el espíritu dispuesto y llegar a mi destino,
con la humildad corta, con la altivez alta,
con la vida rodada entre café y chocolate.
Enterrando un hierro en la tierra para sembrar un árbol,
derritiendo el hielo para sembrar un arco iris,
enterrándome desnudo para sembrar gusano de seda
matando el mundo para pintarlo bonito.
Caminando y buscando un rostro resucitado,
buscando un ángel, buscando un beso.
Siento en las muelas la amalgama de la última pasión
y la satisfacción del exceso en tu boca.
Una señal de “pare” en el fragmento de una noche,
el ultimo color del arco iris en su sepultura,
yo chupándome la vida con tus anfetaminas,
me acelero para dejar la amargura en la sangre.
Te avisto a ti mujer con tantos años como los míos,
discutes con el tiempo para que se te detenga en las piernas,
pero con tu egoísmo de dejarlas siempre abiertas
se te va en la historia de este poema.
Molestas a Dios para comerte un alita de pollo,
moléstalo para comer carnes en plato de marfil,
hundes el diente en tu vida,
alzas tus manos y me anuncias mis dudas.
Sensaciones rotas de seres con impía causa,
bajas mis manos a tu pecho,
buscas la herida en mis ojos
y el cártamo regurgitado en el cuerno.
Vírgenes de dolor por vivir envueltas en mi agonía
has vuelto a vivir con los segundos de tu tiempo,
ahora eres simple, sencilla, bella y pura.
Invades mi memoria, invades mi memoria,
vives en mí, vives en mí,
abre tus piernas abre tus piernas.
Ahora yo te invado y vivo en ti.
José Antonio Omaña Lezama